Historia de Fidel

Todos los testimonios de las personas afectas, a través de sus vivencias personales y de las propias versiones facilitadas por este sujeto, nos han permitido construir un pequeño retrato de la vida de Fidel.

Muchos de los detalles expuestos en el mismo no tienen por qué ser ciertos, pero es una exposición exhaustiva de toda la información recopilada. En este retrato se han sustituido los nombres reales por nombres ficticios, así como los escenarios y localizaciones en el que se produjeron los hechos.

Fidel nació en un pequeño pueblo fruto de una extraña relación entre su padres. Su padre, hijo de la madame de un burdel y su madre que hacía las veces de asistenta en dicho local. Sus primeros recuerdos se enmarcar en la azotea de ese edificio en donde su madre tendía y recogía la ropa blanca que allí se utilizaba. 

No muchos años después de su nacimiento, a instancias de su madre, harta ya de que sus hijos vivieran en aquel ambiente y de compartir a su marido, se trasladaron a una población cercana en la que toda la familia comenzó a desarrollarse como una entidad propia.

Según parece tiempo después, quizás por la escasez de aquellos años o empujado por un espíritu aventurero, el padre se embarcó hacía un país lejano y así estuvo trabajando durante algunos años alejado del núcleo familiar. 

La vida de Fidel era una vida tranquila plagada de juegos y gratos recuerdos. Poco después del regreso de su padre, Fidel se vio instado a trabajar en una edad temprana dejando aparcados sus estudios que retomó y simultaneó con el trabajo con posterioridad.

Perdió su virginidad con una chica bastante mayor que él, y comenzó una vida de amores platónicos no correspondidos. 

Su primera experiencia homosexual, fue casi un romance adolescente que se prolongó en el tiempo con un amigo querido que atesoró como uno de sus mejores recuerdos de juventud.

En sus años de juventud pasa a formar parte de un grupo de la izquierda radical en el que, según reconoce, realiza actos extremos en los que da rienda suelta a cierto nivel de violencia desmedida. Esa experiencia le ayuda a descubrir que puede cosechar mayores éxitos por otros medios y decide apartarse.

Después tuvo una novia formal a la que dejó finalmente para casarse con otra mujer que, según sus propias palabras, cumplía sus espectativas de belleza y de estatus social. No obstante, a pesar de haber contraído matrimonio, continuó manteniendo una relación con la que había sido su novia durante un tiempo.

Su personalidad obsesiva y dominante se pone de manifiesto, siempre de forma soterrada y sutíl. Persona de elevada inteligencia y gran capacidad de adaptación, a lo largo de su vida va absorviendo todo tipo de información, conocimientos y datos que utiliza para perfeccionar sus ya retorcidas estrategias.

Durante su tiempo de milicia, ya utiliza a su madre, que a lo largo de su historia será un elemento clave de apoyo a sus desmanes, para controlar a la que posteriormente se convirtió en su esposa. No obstante, encontrándose a cientos de kilomentros de distancia, percibe en algún momento que ese control se le está yendo de las manos y decide finalizar precipitadamente su servicio militar fingiendo un accidente al dejarse caer desde lo alto de un puente. Ese accidente le dejará secuelas de por vida, pero le permite retornar a su casa de forma precipitada. En el cuartel su figura pasa a la posteridad por el accidente que a ojos de todos los presentes se evidencia como provocado y a cuya investigación se le echa tierra encima como fruto de la labía y don de gentes propio de este personaje. Pero no solo se le recuerda por este patético lance, sino también por las secuelas originadas a una pobre chica con la que mantuvo una relación durante su estancia en dicha localidad y a la que, a todas luces, por el comportamiento de la misma, realizó sublimes promesas de amor.  

Los datos sobre su promiscuidad desde que contrajera matrimonio están fuera de toda duda, manteniendo relaciones sexuales con asistentas, niñeras, múltiples compañeras de trabajo, vecinas, etc.

Pero, el salto cuantitativo de su incontenible necesidad sexual, lo da con la entrada en el mundo cibernético. El acceso a internet le posibilita ya todo tipo de relaciones con hombres y mujeres de diferentes zonas geográficas. Los encuentros se producen invariablemente durante la jornada laboral, abandonando su puesto de trabajo con miles de excusas para evitar los controles familiares.

A partir de ese momento, sus cautelas se agudizan, pero también comete errores por esa impulsividad irrefrenable propiciada por la ausencia de temores. Las precauciones que adopta para no ser descubierto no responden al dolor que pueda provocar su actuación en los demás. Sólo lo hace como garantía para mantener su forma de vida y también como una especie de reto, al sentir que con su astucia puede controlar todos los acontecimientos y a cuantos le rodean.

Ese exceso de confianza en sí mismo le empuja a asumir riesgos innecesarios, que en algunas ocasiones le explotan en las manos, aunque siempre se las apaña para salir con bien de todos sus desmanes.

Así, en su centro de trabajo, comienza tener problemas con alguna mujer que, sintiéndose utilizada, termina por desenmascararle y entonces se ve obligado a cambiar de puesto de trabajo.

Esa carencia de temor y esa especie de amor al peligro, le llevan incluso a mantener miles de relaciones sexuales a lo largo de su vida con todo tipo de personas, sin salvaguardar ningún ámbito, ni genero, e incluso sin utilizar los medios profilácticos necesarios. 

¿Cómo es posible que las personas con las que mantenía relaciones sexuales aceptaran eso? La respuesta es bien sencilla. Fidel crea un personaje de hombre desvalido, infeliz, carente de todo tipo de afectos, lleno de amor...tanto que incluso repite hasta la saciedad que para él el sexo es casi prescindible. Declara con tristeza, una y otra vez, a cada una de sus víctimas, que su estrecha vida sexual se limita a las contadas ocasiones en las que yace con su mujer. Cada una de sus amantes se siente única y especial, una especie de refugio de comprensión y amor en el que Fidel amortigua su dura soledad.

Pero la mente de un psicópata va siempre mas allá, formulándose nuevos retos, poniendo a prueba su habilidad para conseguir de sus víctimas una entrega absoluta.

Es entonces cuando conoce a través de internet a una mujer adecuada para poner en marcha su retorcido plan. Se pone marcha hacía el objetivo de una forma obsesiva, atosigando casi a su nueva víctima con palabras excesivas sobre el amor eterno desde el primer día en que se conocen. Comienza entonces a desgranar promesas de futuro que nunca se cumplirán. Quiere saber hasta qué punto su víctima es capaz de abandonarlo todo por él, y casi lo consigue. Su plan da al traste porque, como era de esperar, esa mujer era una más de un extenso rosario de citas que mantiene sumultáneamente. Tanta actividad no podía pasar desapercibida, así que la víctima descubre su juego.

He podido leer en algún lugar de este basto mundo que es internet, que un psiquiatra decía respecto de los psicópatas: por sus frutos los conoceréis. Y así es, efectivamente. Fidel comete excesos de todo tipo y muy especialmente verbales pero en todo momento sus víctimas le ven caer en contradicciones. Sus palabras de amor profundo no se corresponden con los hechos. Su entramado de mentiras y engaños, son ya demasiado difíciles de gestionar incluso para una mente privilegiada como la suya. Así que, tarde o temprano, terminan por desenmascararlo. Con mayor o menor convencimiento, sus víctimas en algún momento necesitan poner tierra de por medio. Aun envueltas en un mar de dudas, deciden que mantenerse a su lado es apostar por su propia destrucción.

Fidel no siente ninguna tristeza, solo siente herido su orgullo cuando se ve fracasado su plan, pero eso no cambia su forma de actuar.

En cualquier caso, siempre selecciona a sus víctimas y se inclina principalmente por aquellas cuyo perfil es especialmente protector, maternal incluso. Víctimas que están pasando en algunos de los casos por situaciones desfavorables o que tienen algún tipo de carencia emocional.

Su métodos están ya tan probados que no alberga ninguna duda sobre el éxito de sus resultados cuando decide pasar al ataque. Como si de un perfecto depredador se tratara, se toma su tiempo. Se coloca al acecho, lanza sus elaborados señuelos y espera. En cuanto que su presa acorte las distancias lo suficente, será el momento de desplegar todas las artes que cuenta en su haber. 

La sublimación de los sentimientos de que hace gala le permiten sumultanear varias relaciones incluso dentro de la misma jornada y en algunos casos incluso con intervalos de minutos. Nada se antepone, No existe en su mente ningún tipo de escrúpulo ninguna moral, que le impida plantearse si lo que hace está bien o mal. 

Su verdadera satisfacción la encuentra exclusivamente en el sometimiento del otro, en la superación del reto que supone una nueva conquista o el propio engaño en sí mismo. Su sexualidad, lejos de estar a la altura de su inusitada actividad, presenta ciertas carencias que le dificultan en muchas ocasiones alcanzar el climax o incluso una erección adecuada. 

Justificará sus limitaciones sexuales presentandose como víctima de una ráquitica vida sexual que ha conseguido modificar su conducta y como hombre provisto de una especial necesidad afectiva que sitúa muy por encima de su necesidad sexual. Esas dos premisas, no sólo disculpan sus carencias sexuales, sino que alejan del pensamiento de la víctima la idea de que pueda estár manteniendo múltiples relaciones sexuales simultaneamente.

Si en algún momento la cosa se pone fea, siempre podrá recurrir a estrategías encaminadas a provocar el complejo de culpa en su supuesta pareja, y en última instancia, cuando se siente desenmascarado, sacará a relucir lo peor de sí mismo: una frialdad y una dureza insospechada y después...la distancia. Ha llegado la hora de buscar nuevos horizontes.

A su paso va dibujando un camino sembrado de cadáveres. Algunas de sus víctimas quedan marcadas para siempre, marcando en sus vidas un punto de inflexión, un antes y un después que condicionará para siempre sus futuras relaciones.