Pedazos de mi corazón



¿Como ha conseguido afectarme a mí esta relación? Es una pregunta que me hago constantemente.

A lo largo de mi vida he ido atesorando miles de pequeñas experiencias. He tenido una vida plena en relaciones sociales y he podido conocer a personas de muy variados estratos sociales y niveles culturales muy dispares.

Me considero una mujer llena de curiosidad, de mente abierta y con una gran capacidad para ponerme en la piel de los demás e intentar comprender sus sentimientos y formas de proceder.

De cada pequeño fracaso he intentado sacar alguna lectura positiva que me enriqueciera de alguna forma y me ayudara a seguir caminando con la mayor dignidad posible.

Todas mis experiencias han ido tallando la persona que soy, pero ninguna me ha limitado ni ha condicionado mis relaciones venideras. Al menos no las han llenado de desconfianzas ni suspicacias, y siempre he partido de la premisa de que nadie es absolutamente malo y que la mayor parte de la gente tiene siempre alguna razón o algún motivo para actuar de una forma concreta.

Esa última actitud en mi vida fue precisamente la razón por la que no estuve preparada para identificar a un psicópata. Siempre preguntándome el por qué, buscando una explicación a esos pequeños detalles que en cualquier otra circunstancia me habrían hecho sospechar, pero siempre evaluando los hechos desde mi propia perspectiva, desde una conciencia que consideraba común a todo ser humano, cuyas actitudes discurren siempre entre los margenes de una determinada moral...la moral de los sentimientos.

En mi mente de forma casi involuntaria, se disparaban de tanto en tanto las alarmas, pero mi pensamiento lógico analizaba, contrastaba y al no encontrar una explicación razonable, las desterraba y me animaba a pensar que quizás yo estuviera equivocada en mis apreciaciones.

Nada de cuanto había aprendido a lo largo de mi vida me habría servido en este caso. Ni a mi ni a nadie que no haya conocido de primera mano como son las relaciones con este tipo de personas.

Encontrar a un psicópata en tu camino es tanto como pensar que te has convertido de repente en el personaje de una novela negra.

Fui cautelosa a pesar de todo desde el principio, y a pesar de que sus palabras envolventes me iban calando, siempre mantenía una actitud de cierta reticencia.

Jamás le pedí amor, ni fidelidad. Desde un principio basé esa relación en algo que iba un poco mas allá de una camaradería impregnada de afectos. Ahora creo que fue precisamente esa reticencia, esa resistencia a sucumbir a sus encantos, lo que realmente le sirvió de acicate para marcase como un objetivo penetrar en mi vida afectando todos mis cimientos.

Persiguió ese objetivo de forma sistemática y calculada. No hubo cuartel. Embaucar a una mujer que se definía como independiente y con una gran experiencia a sus espaldas fue un reto al que no pudo sustraerse.

No puedo negar que consiguió sus objetivos ampliamente, pero a pesar de todo, aún tengo que agradecer que yo fuera capaz de mantener un cierto grado de objetividad suficiente como para finalmente conseguir armar su puzle con las pequeñas piezas que fui recogiendo en el camino.

Conseguí descubrir parte de su juego, pero aún así había algo que no encajaba y yo me empecinaba en creer que a pesar de todo lo acontecido, en el fondo de su alma, anidaba el amor por mi.

En alguno de los últimos momentos, cuando ya había asumido que tenía que poner distancia y seguir mi camino, todavía, en un lejano rincón de mi alma, anidaba la esperanza de haberme sabido querida, y ese sentimiento me provocaba una profunda tristeza..., porque yo le amaba. Y tras ese sentimiento de tristeza, se albergaba la culpa de pensar que estaba dándole la espalda sabiendo que me necesitaba. Siempre he pensado que el amor es el motor del mundo que, cuando es profundo y auténtico, puede superar cualquier obstáculo.

Pero todas esas premisas partían del principio equívoco de que estaba tratando con una mente sana, salpicada con algunas pinceladas de locura.

Fue quizás esa negación de la realidad, mi propio instinto, mi curiosidad o puede que mi resistencia a darme por vencida, las que guiaron mis pasos hacia el descubrimiento de la verdad. Yo quería pruebas, no me conformaba con conjeturas, quería saber si estaba equivocada, quería saber el alcance de mis sospechas...quería saber.... el porqué.

No me resultó difícil saber de sus andanzas, pero a pesar de todo y hasta unos cuantos meses después de la ruptura, seguía pensando que me quería.

Fui construyendo un arco con cada una de esas piezas, pero aún faltaba algo. Como en los arcos de las catedrales, todas sus piedras se sostienen por la presión de una sola, la piedra "clave" que, situada en el mismo centro de ese arco, las sujeta.

Me dispuse a buscarla...y la encontré. Encontré esa piedra que daba sentido a todo lo demás ya sin ningún tipo de dudas. Encontré a la persona que me hizo abrir los ojos y ver algo que jamás habría sospechado. Descubrí, como un mazazo, que todo lo vivido durante un año de casi convivencia absoluta había sido una especie de plan premeditado, en el que sus grandilocuentes palabras, sus supuestos elogios, apoyos...el amor sublime que parecía profesarme...habían sido mentira.

Descubrí que sus canciones de amor, sus palabras, su mirada profunda, sus ojos anegados en lágrimas cuando decía que me amaba, que yo era el centro de su vida, su pasado, su presente y su futuro...eran exactamente las mismas que forma simultánea dedicaba a otra persona.

Supe que durante mas de un año había interpretado un personaje y que había sido fiel a un mismo guión con una precisión meridiana. Tan sólo enriqueció algunos aspectos de su personaje dotándose de una especie de envoltura filantrópica y haciendo gala de un ideario sólido coincidente con el mío que subrayaba de forma mucho mas marcada en mi presencia.

He tenido muchas relaciones y de todas ellas, por muy duro que haya sido su final, he sabido sacar algo positivo. Se que las situaciones, los sentimientos, tienen un principio y un final, pero cuando llega ese amargo momento, te consuela saber que "fue bonito mientras duró", que la otra persona te dio una parte de sí, que todo lo vivido fue auténtico. Este no es el caso. Aquí nada había empezado ni habría empezado jamás. Nada me dio, salvo mentiras y manipulación. Nada fue sincero ni auténtico, y por ello, nada positivo puedo extrapolar de esta vivencia.

En esta experiencia no solo se han visto defraudadas mis expectativas sentimentales, sino también las ideológicas. Para mi Fidel, mucho mas allá de ser un amor, era un camarada, amigo, compañero de fatigas al que admiraba, respetaba y era objeto de mi mas alta consideración.

Recuerdo en una ocasión haciendo un juego, en que me pidió que le indentificara con algún animal y sin pensarlo demasiado, le dije que era un camaleón. Aquellas palabras salieron de mi mente casi sin pensarlas, pero ninguna otra definición pudo estar mas acertada. He descubierto, a medida que he ido recomponiendo su perfil psicológico, como es capaz de aparecer como el mas revolucionario con los revolucionarios, el mas patán de entre los patanes, el mas culto e intelectual o el mas lerdo, el mas profundo y sentimental o el mas superficial y zafio,  según proceda en función de las personas con las que trate. Cabría pensar, tal y como pasó por mi mente en algún momento, que esa actitud obedece a una extrema inseguridad y una necesidad vital de aceptación y reconocimiento, pero no es así, porque cuando su trama es descubierta, sale a flote esa otra parte oculta, que es en realidad su verdadero yo, capaz de prescindir e incluso renegar de todo cuanto haya representado anteriormente. Para él, es simplemente una especie de juego macabro al que no le ata ningún tipo de sentimiento o afecto.

Es precisamente esa perfecta mascarada lo que impide a sus víctimas, entre las que me encuentro, desvelar todas estas realidades, porque ante cualquier intento o insinuación, rápidamente captas en el rostro de los demás la incredulidad, el escepticismo e incluso, en el mejor de los casos la compasión al deducir que mis palabras están movidas por el desaire o el resentimiento.

Fidel, a ojos de todos, es el hombre perfecto, ya sea para mostrarse como el mas radical de los hinchas de fútbol en unos ambientes, como para denostarlo ardorosamente en otros, y así en tantas otras cuestiones.

Es el hombre generoso, cálido, romántico y atento de cuantos una mujer pueda soñar, pero mucho mas rápido de lo que nadie puede imaginarse, puede mostrar esa actitud fría, cruel y amenazante que yo también he tenido el desgraciado privilegio de conocer.

De forma sutil pero incuestionable va desgranando manifestaciones de amor eterno que alterna con duros reproches. Son comportamientos tan dispares que con el paso del tiempo van minando tu confianza y llegas a pensar que estas inmerso en una especie de locura y terminas por no distinguir los limites de la razón.

Es en definitiva lo que algunos psicólogos reputados han dado en describir como maltrato psicológico y eso...deja huella.

Alguna buena amiga bienintencionada, me ha aconsejado que procurara recordar sólo lo bueno, para no sufrir tanto, pero me ha sido imposible recordar los buenos momentos durante bastante tiempo. No porque no afluyeran a mi mente con obstinada persistencia, sino porque cuando esos momentos afloraban en mi recuerdo como fogonazos, sentía un dolor tan extremo que me resultaba imposible de soportar. Se aunaban en un sólo segundo controvertidas sensaciones de ansiedad, perplejidad, incredulidad, decepción...y tenía que hacer un gran esfuerzo para recuperar el ritmo de mi respiración y sosegar mis palpitaciones. Después....el llanto se hacía incontenible y sentía que ya había perdido la fe en todo para siempre.

Pero el tiempo pasa, y aunque mi vida no ha vuelto a ser la misma todavía, ahora empieza a resultarme soportable recordar.

Fidel, recuerdo por ejemplo la primera noche. Lo que prometía ser una experiencia tórrida, termino a la mañana siguiente con uno de tus primeros juramentos. <<He tenido muchas aventuras, y follado con muchas mujeres de todas las formas imaginables, pero te juro que jamás había sentido nada igual y no sabes cuanta falta me hacía>> Casi toda la noche transcurrió con tu cuerpo cercano, tus manos en mi cara, tu mirada, tus palabras de amor y tus besos. Es increíble descubrir que esa misma función ya había sido representada con los mismos parámetros en otras ocasiones.

Cuantas horas y días pasamos así después de aquella noche!! Pasábamos las tardes y las noches ajenos a todo, mirándonos el uno al otro, entre besos que parecían interminables. No podíamos separar nuestros labios y tus manos se mostraban cálidas y protectoras. Me gustaba su contacto y tus palabras dulces y siempre sosegadas me transportaban a un mundo imaginario. Decías que al besarme sentías que morías en mis labios para volver a nacer. Y yo sentía que a tu lado estaba todo bien. Llegué a pensar que por primera vez en mi vida había encontrado a ese hombre que tanto había deseado. Un hombre generoso, dulce y protector, que me amaba y valoraba a partes iguales. Mi refugio, mi soporte diario.

¿Cómo podía siquiera imaginar que todo fuera fingido? ¿Cómo podría siquiera sospechar que en el mismo momento en el que me jurabas amor eterno te escapabas un momento con cualquier excusa para dirigir las mismas palabras a otra persona? Cómo podría haber adivinado que cuando decías que ibas al baño aprovechabas para enviar un mensaje a cualquiera de tus amantes diciendo: <<estoy pensando en ti y se me pone la polla dura>>?

No suelo escandalizarme fácilmente. Se bien por la experiencia acumulada de la vida que muchos hombres aprovechan cualquier oportunidad sexual que pueda presentárseles, pero jamás habría soñado que en mitad de una declaración de amor abrasador alguien pudiera estar pensando en como hurtar unos segundos para fijar una cita de sexo, o hacer una llamada de amor a otra persona.

Eres un fraude Fidel. En todos los sentidos imaginables. Un depredador. Un violador de mentes. Un ladrón de almas. Un vampiro que se nutre de los sentimientos ajenos que por sí mismo no es capaz de sentir. Pero además de todo eso, en tantas ocasiones y a tantas personas nos has mentido demasiadas veces por el mero placer de mentir. Tú que decías que eras incapaz de mentir abiertamente, eres el maestro del engaño. La mentira para tí, es como la respiración:natural e inevitable. Todo tu mundo es una tremenda farsa.

Mi única preocupación ahora es hacer un gran esfuerzo para superar tus secuelas. No quiero darte la satisfacción de llevar tu marca para siempre. No quiero renunciar a la persona que era antes, confiada y generosa.

Pero lamentáblemente ahora estoy en ese pozo y no sé cuanto tiempo habrá de transcurrir para salir de él.

He sido tu víctima, pero no quiero ser tu prisionera durante el resto de mi vida.

Lucharé contra ti Fidel, contra tu recuerdo. No quiero preservar nada de cuanto he vivido a tu lado. Espero conseguirlo.

Mientras tanto seguiré volcando mis sinsabores en este pequeño espacio y lo daré por concluido cuando descubra que, como dijo otra de tus víctimas, me levante un día tomando conciencia de que tú no has sido mi primer pensamiento de la mañana, ni mi último pensamiento de la noche.


Envoltorio de su primer regalo
Me asaltan las dudas

Me resulta todo tan absolutamente inconcebible, tan antinatural, que a pesar de todo lo vivido, todavía me sorprendo preguntándome si no estaré equivocada, si no estaré juzgándole mal. Hablo de este tema sólo con un par de personas abiertamente. Me preguntan como me encuentro pero saben perfectamente que todavía no puedo remontar.

Hoy de nuevo he vuelto a llorar. No puedo evitarlo. Las lágrimas afloran de forma autónoma cuando menos lo espero. No es necesario siquiera que haya pensado en él. Cuando me invade su recuerdo, siento que me falta el aire y una especie de vértigo en el estómago. Me preocupa descubrir que he perdido mi equilibrio y que tengo reacciones incontenibles. Convivir con los demás es un verdadero suplicio porque lo único que deseo es estar sola.

Hoy he vuelto a hablar con alguien sobre mi estado de ánimo. Esa persona le ha conocido de forma muy directa y ha mantenido con Fidel cierto nivel de confianza. Me dice que le olvide, pero no es nada fácil apartar de tu mente al que has considerado el amor de tu vida, al que has considerado un hombre íntegro y leal por encima de todas las cosas. Esta persona me reitera permanentemente cada vez que hablamos que lo que Fidel sentía por mí era algo tangible y real, a pesar de que sea un hombre desequilibrado. Me decía que había observado en múltiples ocasiones como en mi presencia se transformaba y se le veía feliz, como hablaba de mí en mi ausencia, lleno de orgullo y admiración. Y cuando yo le reiteraba que tan sólo había sido pura fachada, sólo palabras vacías que no estaban avaladas por los hechos...cuando le repetía que a este tipo de persona nada le importa, me argumentaba que de ser así, no había abandonado su estilo de vida al romper conmigo, simplemente habría seguido viviendo de la misma forma, pasando de mi o incluso intentando conquistarme de nuevo. Esos comentarios los hace con la mejor intención, para que yo pueda sacar alguna lectura positiva, pero yo, cuando dice esas cosas, me quedo casi sin palabras. Es imposible explicar lo que se siente y lo que se ha sentido al tratar con un hombre de estas características.

Siento que voy retomando muy despacio el ritmo de mi vida cotidiana pero al mismo tiempo, siento que cada día estoy un poco mas muerta y desfallecida. Su veneno sigue activo y se extiende. Su hueco y este dolor insoportable...jamás podrán desaparecer. Creo que se ha quedado impreso en cada parte de mi y esta maldita ciudad en la que me muevo, me lo recuerda a cada instante.

Desde la ruptura, alguien ha contactado conmigo a través de Internet, hemos hablado y en mas de una ocasión sentí que esa persona nueva me conocía íntimamente, tanto que llegué a temer que fuera Fidel camuflado. Tanto que ayer, tras una conversación en donde me dijo cosas demasiado extrañas, le envié un correo salido de tono y corté esa vía de comunicación. Ahora ya no se si es que me he vuelto paranoica y sospecho de todo el mundo, o es que realmente está siguiendo mis pasos.

Creo que me estoy volviendo loca!! Creo que no podré volver a confiar en nadie!! Creo que no podré volver a amar!! Que no podré jamás volver a entregarme de la misma forma!!

Mi vida ya no me pertenece. Perdí mis riendas cuando le besé por primera vez y no sé si alguna vez podré recuperarlas.

Y una pregunta sigue flotando en mi mente: ¿por qué...? ¿por qué...?. Miles de porqués se me plantean constantemente, pero no hallo ninguna respuesta. Me patinan las neuronas intentando comprender, buscando una explicación para todo lo acontecido.

Creo que jamás podré entenderlo.

El complejo de culpa

Esta relación me ha sumido en una especie de vorágine de dudas. El trabajo sutil y paulatino de engaños y mentiras, termina dejando un poso de inseguridades difícil de superar. He terminado por no distinguir lo que está bien de lo que no lo está.

La presión soportada es tan alta que me he visto haciendo cosas que jamás habría soñado. Me convertí poco a poco en una persona diferente, llena de miedos, con una vida invadida por la sospecha y la desconfianza. He traspasado límites inimaginables, he hurgado en las heridas hasta hacerme sangre, buscando respuestas. No las encuentro y siento la necesidad de gritar a los cuatro vientos todo lo que he incubado en los últimos meses. Siento una especie de olla a presión en mi cabeza, a punto de estallar, y a mi mente acuden millones de impulsos mezquinos que se contraponen a otro mucho mas latente gobernado por el amor.

El mero hecho de dar publicidad en este espacio a algunas de sus palabras, me hace sentir sucia. ¿Que derecho tengo a compartir con una multitud desconocida algo que fue privado? Me lo pregunto y pienso que ninguno, pero...al momento siento que nada de lo que me dio fue realmente privado. Nada salió de su boca o de sus manos que no hubiera utilizado antes o simultáneamente con otras personas.

Es posible que con el paso del tiempo, toda esta historia adquiera para mí una perspectiva diferente y quizás en ese momento suprima ciertos capítulos de este blog, pero mientras tanto siento la imperiosa necesidad de descargarme de toda la basura que tengo acumulada y al hacerlo siento un ligero alivio cargado de temor. Si él, por alguna razón, llegara a conocer este espacio, no sé que sería capaz de hacer, ni cual sería su forma de devolverme el daño. La verdad es que en este momento ya nada de eso me importa y, aunque parezca absurdo, lo que mas me afecta de esa posibilidad es imaginar el sufrimiento que pueda causarle con estas páginas.

Nunca he deseado hacer daño a nadie y a pesar de todo lo vivido, tampoco quiero hacerle daño a él. Lo único que deseo realmente es recuperar mi equilibrio y volver a ser la persona que era antes.

Del amor al temor

Durante todo este proceso de recuperación, he pasado muchas horas buscando información sobre lo que en principio era una vaga idea de este trastorno mental. A lo largo de mi vida he sentido curiosidad por múltiples disciplinas, una de ellas ha sido la psicología. Había leído mucho sobre diversos trastornos psicológicos y estudiado algo sobre los métodos de modificación de conducta. Sin embargo sabía muy poco del alcance y la profundidad de una psicopatía.

He descubierto con estupor la cantidad de información vertida en miles de páginas sobre este tipo de personas. Muchas de ellas, como la que ahora me ocupa, han sido el resultado de las experiencias de millones de personas afectadas por los psicópatas. No he podido evitar sentir cierto grado de alarma al conocer que en España el 1% de la población padece algún grado de psicopatía, lo que supone mas de 400.000 psicópatas que se mueven sigilosos a nuestro alrededor. Casi todos ellos perfectamente integrados, se mueven entre nosotros, y también de una forma sutil, van inflingiendo dolor, en mayor o menor medida a un número indefinido de personas.

Cada libro leído, cada artículo, reportaje o testimonio, me han ayudado a rescatar del olvido, a identificar, situaciones que yo he vivido. Casi todas ellas se habían producido de una forma tan camuflada y retorcida que, al no haberlas detectado de forma precisa cuando se iban produciendo, tan sólo me habían generado un rosario de nefastas sensaciones que apenas podía justificar. 

Cada día afloran a mi mente detalles pasados, extrañas vivencias que ahora soy capaz de identificar y etiquetar. Todas y cada una de ellas (ahora lo veo claro) responden a un mismo patrón, y es ahora cuando empiezo a tomar verdadera conciencia de la persona con la que he compartido tantos meses, días, horas de convivencia casi diaria. Ahora soy consciente de los riesgos que he corrido y me invade un temor sordo, la sensación de un peligro latente.

Se bien que esta historia mía no se ha terminado. Me asaltan pesadillas y pensamientos oscuros. Aún no me siento libre de su influjo y creo que no me sentiré libre en mucho tiempo. Fidel se mueven en mi mismo entorno laboral y aunque nos separan kilómetros de distancia, siento que su presencia flota sobre mi cabeza. Ahora se que nada ni nadie le importan, y que por tanto puede provocar tanto daño como su retorcida cabeza pueda recrear. De alguna forma se apaña para hacerme llegar ciertos mensajes indirectos y no puedo olvidar una de sus última frases amenazantes: "he sido generoso contigo, no he contado nada de ti". Cuando me lo dijo, aún no sabía claramente a quien me estaba enfrentando y sin embargo sentí un profundo escalofrío. No tanto por lo que dijo, sino por la expresión de su cara y su fría mirada. Esa frase me martillea en la cabeza y siento como si me hubiera atado las manos a la espalda con esas palabras de su último encuentro. No puedo hacer nada, salvo guardar silencio. A veces incluso me veo en la necesidad de devolverle los mensajes que me envía a través de terceros, haciéndole saber que no le guardo rencor y que todo está ya olvidado.

He conseguido desprenderme de esa losa de afecto que me torturaba, cuando he comprendido que estaba enamorada de un espejismo, de un hombre que en realidad no había existido nunca. Pero ahora me atenaza el miedo. El miedo a sus futuras reacciones. No tengo ninguna duda de que volverá a irrumpir en mi vida de una forma u otra. Pero también tengo miedo por el daño que ha sido capaz de hacer a tantas personas que como yo han optado por guardar silencio, y a tantas otras que se cruzarán a partir de ahora en su camino.

Una de sus víctimas es lectora de este blog. En uno de sus comentarios me aconsejaba ver la película "La vida de nadie". Ya la había visto hace años, pero ahora he vuelto a verla con otros ojos. La realidad que yo conozco es mucho mas cruda que todo lo que pueda exponerse en una película de hora y media, pero existen muchos paralelismos que me han hecho revivir y reconocer muchos de sus actos y de sus palabras. El protagonista, en una de las secuencias explica sus sentimientos hacia su hijo diciendo: "es lo único real que tengo en mi vida". !!Cuantas veces me dijo esa misma frase Fidel!! Y esas palabras que en su momento interprete como fruto de un elogiable orgullo paterno, ahora cobran una nueva dimensión, con la diferencia de que en la película, le otorgan a ese personaje un cierto rasgo humano al mostrar cierta capacidad de afecto hacia su hijo. Yo no lo creo. Ese apego que demuestran obedece fundamentalmente a ese afán de sentirse dueños de las personas que les rodean, de poseerlas como si fueran objetos, y es precisamente su hijo, por razón de naturaleza, el que colma sin apelativos esa aspiración.

Sentí tanta culpa, tanta vergüenza, cuando empecé a investigarle!! Pero lo hice en defensa propia y ahora sólo me arrepiento de no haberlo hecho antes. De eso, y de haber renunciado a tantas cosas de mi vida por estar junto a él.

Del temor al asco

Menudo error!! No puedo culparme de haberme dejado enredar por una persona tan vil. Creo sinceramente que he sido la primera persona que le ha desenmascarado con tanta rapidez. Pero si me culpo de haber unido mis pasos a una persona con la que me unen lazos de trabajo y algún otro de diferente índole. He tomado la determinación de apartarlo de mi mente, de mantenerme ocupada todo lo que puedo. No pregunto por Fidel y no me he vuelto a poner en comunicación con él desde hace ya mas de un mes, pero parece que todo se me pone en contra y casi cada día recibo noticias suyas por parte de terceras personas. Yo escucho con indiferencia y no hago ningún comentario, pero después me paso el resto del día maldiciendo. Es como si hubiera puesto el ventilador y su mierda salpicara a kilómetros de distancia. Y llega alguien y me cuenta alguno de sus despropósitos, y su mierda de alguna forma me salpica. Acaso esta situación no se terminara nunca?

En estos días me han hecho llegar algunos equipos utilizados por él y también estaban cargados de su basura. Ayer me estuve revolcando en ella hasta las 3 de la mañana, hasta que quedé saturada y asqueada. Se que en algún momento tendré que actúar de otra forma, pero en estos momentos aún necesito recordarme cada día el tipo de hombre que es.

Para mi desgracia o para mi suerte, es posible que tenga que verle dentro de unos días, y ante esa posibilidad me siento dividida. Prefiero no verle y sin embargo, esa posibilidad me seduce. Es como una prueba de fuego. Quiero comprobar que no se cumplirá lo que soñe hace unos días.

Soñe que volvía a mí cargado de promesas, de disculpas, de ruegos... de las preciosas palabras que tanto domina y yo volvía a creer en él en un intento desesperado de recuperar lo que una vez creí tener, un hombre leal, amoroso y honorable. Sin embargo, en el mismo momento en el que admitía su vuelta...todo volvía a aflorar igual que antes. Las contradicciones, las dudas, las mentiras y entonces volvía a sentir esa terrible desazón y esa tristeza que me atenazaban en los últimos meses.

Si, me gustaría verle para demostrarle a él, pero sobre todo a mí misma, que soy capaz de pasar página, que puedo tratarle con la distancia y la frialdad que merece, sin que eso me trastorne demasiado.

Siento asco. Su recuerdo imborrable me provoca repulsión, y una sentimiento negativo que no alcanzó a definir. Por primera vez en mi vida siento que he tirado una parte de mi a la alcantarilla y que nada de lo que le he dado ha servido para ningún propósito. Todas mis perlas, se las he tirado a los cerdos.

Y siento la terrible duda, tan grande que casi es una certeza, de que ya no me quedarán mas perlas para nadie. Ahora miro a las personas, y las veo y las observo desde fuera. Es como si me hubiera convertido en mera expectadora, como si parte de su terrible frialdad se me hubiera contagiado.

Me sorprendo charlando con un hombre que coquetea conmigo, analizando cada una de sus palabras sin proponérmelo. Tomo cada uno de sus gestos como si estuviera asistiendo a una representación teatral y no puedo sentir mas que una tremenda indiferencia. 

No hace mucho estuve con una de sus víctimas. Habíamos hablado por teléfono varias veces y estábamos en contacto. Por fin nos conocimos y me alegró mucho haberlo hecho. Es una buena persona. Sincera y natural. Sin prejuicios. Es una persona divertida y también sensible. Ella tampoco se merecía sus mentiras ni que nadie entrara en su vida para utilizarla como si fuera un objeto inanimado. Teníamos mucho de qué hablar, y no pudimos evitar que durante la mayor parte del tiempo nuestra conversación girará en torno a Fidel, pero tengo el firme propósito de que la próxima vez que nos veamos no volvamos a mencionarlo y comencemos a explorar otros contornos de nuestras vidas. Puede que lleguemos a ser verdaderas amigas y esa sería la única consecuencia positiva de todo esto.

Ayer pasé, por razones de trabajo, por la puerta de los apartamentos en los que compartí tanto días con él. Sentí un extremecimiento. Recorrí las calles por las que tantas veces habíamos paseado abrazados, pasé junto a la salida del metro en la que tantas veces le esperaba a su llegada a Madrid. La misma cafetería en la que cenábamos, el mismo bar en el que tomábamos una copa. Se me amontonaban los recuerdos y sentí una gran envidia. Fidel vive en otra ciudad en la que tan solo una tarde ha paseado conmigo. El puede llevar una vida y moverse por un entorno que no está ligado a mi imagen. Pero yo...casi cada día paso por lugares que han sido escenarios de mis vivencias con él. 

Pero todo esto pasará, y creo que a pesar de todos estos pensamientos negros ya me siento un poco mejor.

Saliendo del infierno

No creo equivocarme cuando interpreto que el comentario anónimo dejado en este blog es suyo. Al leerlo, casí he podido escuchar su voz. Ese tono imperativo y exigente, aírado...no puede ser de nadie mas. Cuando comencé la escritura de este espacio, albergaba la esperanza de que algún día Fidel pudiera descubrirlo, aunque me parecía un tanto improbable, y no esperaba que fuera tan pronto. La existencia de este blog sólo la conocen dos personas, una de ellas es Wendy, una de sus víctimas, y la inspiradora de este proyecto.

Por si vuelves a leer esto Fidel, quiero aclararte algo. Durante todos estos meses no he compartido con nadie de mi entorno mi experiencia contigo. No lo hice por consideración hacía ti, sino por simple pudor para airear las cosas que me avergüenzan. Pero era tan alto grado de desdicha, tanta presión, inquietud, desesperación...los que tenía que soportar, que me pareció una excelente idea gritar a los cuatro vientos mi experiencia, sabiendo que lo leeríán tan sólo personas desconocidas. Además tuve la prudencia de evitar los nombres reales.

Nunca he querido hacerte daño. No porque no lo merezcas, sino porque yo estoy hecha de otra pasta. No me gustan las venganzas, aunque confieso que me seduce la idea de saber que con el paso del tiempo seré testigo de tu decrepitud.

Descubrí recientemente que ya no estás poblando mi cabeza, que dejaste de ser mi primer pensamiento del día y él último de la noche. Sin embargo, la persona que conociste ya no está. Se carbonizó en el averno que tú me regalaste. Y desde entonces me sorprende la frialdad que se ha instalado en mi corazón. He descubierto que ya nada puede hacerme mas daño, que ya nada me afecta.

Y ahora, después de tanto tiempo, apareces dejando tu mensaje en este blog. Dirigiéndote a mí como un señorito andaluz a una sirvienta. Craso error, Fidel. Tú, ya no puedes venir exigiendo, ni siquiera puedes venir rogando. Tu vida y la mía están separadas por una eternidad. No me busques, no te cruces en mi camino, no me amenaces. Si algo bueno he sacado de todo esto es que ya... he sufrido tanto, he perdido tanto...que nada de lo que tu puedas hacerme me preocupa, ni me importa.

Tengo tantas pruebas de tus desmanes que podría hundirte con un chasquido de mis dedos (ante tu familia, amigos, compañeros, vecinos...). Pero no pienso hacerlo, puedes dormir tranquilo. Todos tus secretos están a salvo conmigo. Nadie sabe nada, y nunca lo sabrán. Sólo te pido que me olvides, que te apartes de mi vida, y, por supuesto, que no cometas otra vez el tremendo error de aparecer dándome órdenes.

Lo único que todavía lamento es que después de 7 meses sigo lidiando con pruebas médicas intentando borrar la sucia huella que dejaste en mi cuerpo. Cada tratamiento, cada informe, me recuerdan a ti, y no puedo evitar sentirme sucia. Ha sido un buen legado, eh??

Has ido por la vida jugando con el peligro, intentado demostrarte a ti mismo que eras capaz de hacer todo aquello que se te antojara y salirte siempre con la tuya. Cometiste el error de cruzarte en mi camino. No he sido la primera ni la única en desenmascararte. Alguna otra persona recorrió este mismo camino antes que yo. Sin embargo yo no he necesitado 7 años para darme cuenta y además soy lo bastante valiente como para plantarte cara y llamar a las cosas por su nombre.